Nadie se lisonjee pensando que los pecados acariciados por un tiempo pueden ser fácilmente abandonados en algún momento futuro. Esto no es así. Todo pecado acariciado debilita el carácter y fortalece el hábito; y el resultado es una depravación física, mental y moral. Ustedes pueden arrepentirse del mal que han hecho, y encaminar sus pies por senderos rectos; pero el amoldamiento de su mente y su familiaridad con el mal, les harán difícil distinguir entre lo correcto y lo erróneo. Mediante los malos hábitos que ustedes han formado, Satanás los asaltará repetidas veces.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 224 (1900). 1MCP 28.3