Los hábitos y principios de un maestro deben considerarse como de mayor importancia que su preparación literaria. Si es un cristiano sincero, sentirá la necesidad de interesarse por igual en la educación física, mental, moral y espiritual de sus alumnos. 1MCP 28.4
A fin de ejercer la debida influencia, ha de tener perfecto dominio de sí mismo y su propio corazón tiene que estar lleno de amor por sus alumnos, cosa que se revelará en su mirada, sus palabras y actos. Es necesario que tenga un carácter firme, para poder amoldar la mente de sus alumnos, como también instruirlos en las ciencias. La primera educación de los jóvenes modela generalmente su carácter para toda la vida. Los que trabajan a favor de los jóvenes deben ser cuidadosos al despertar sus cualidades mentales, a fin de que sepan dirigir sus facultades de manera que puedan ejercitarlas con el mayor provecho.—Joyas de los Testimonios 1:318 (1872). 1MCP 29.1