Día por día todos somos probados, corregidos y educados para ser útiles en esta vida. Piensen en esto: solo un día por vez. Un día es mío. Haré en este día lo mejor que pueda. Usaré mi talento del habla para llevar bendición a mi prójimo; un ayudador, un consolador, un ejemplo que el Señor, mi Salvador, apruebe. Me ejercitaré en paciencia, bondad, clemencia; que las virtudes cristianas puedan desarrollarse en mí hoy.—En Lugares Celestiales, 229 (1901). 1MCP 30.1
Cada mañana conságrate con toda tu alma, cuerpo y espíritu a Dios. Establece hábitos de devoción y confía más y más en tu Salvador. Puedes creer con toda confianza que el Señor Jesús te ama y desea que crezcas a la estatura de su carácter. Él desea que crezcas en su amor, que te multipliques y te fortalezcas en toda la plenitud del amor divino. Entonces obtendrás un conocimiento del más alto valor para el tiempo y la eternidad.—Carta 36, 1901; In Heavenly Places, 227. 1MCP 30.2