Cristo es el manantial de la vida. Lo que muchos necesitan es un conocimiento más claro de él; necesitan que se les enseñe con paciencia y bondad, pero también con fervor, a abrir de par en par todo su ser a las influencias curativas del cielo. Cuando el sol del amor de Dios ilumina los oscuros rincones del alma, el cansancio y el descontento pasan, y satisfacciones gratas fortalecen la mente, dando salud y energía al cuerpo.—El Ministerio de Curación, 191 (1905). 1MCP 31.1