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Los padres nunca han de perder el respeto propio por palabras descuidadas 1MCP 259

No salga de sus labios una palabra de enojo, dureza o mal genio. La gracia de Cristo está a su disposición. Su Espíritu dominará el corazón y la conciencia de ustedes, presidiendo sus palabras y actos. No renuncien nunca a su respeto propio mediante palabras dichas con apresuramiento y sin pensarlas. Procuren que sus palabras sean puras, su conversación santa. Den a sus hijos un ejemplo de lo que ustedes desean que sean ellos [...]. Haya paz, palabras amables y semblantes alegres.—Conducción del Niño, 204 (1890). 1MCP 259.3