El efecto de hábitos tan degradantes no es el mismo sobre las diversas mentes. Hay algunos niños que tienen sus facultades morales bien desarrolladas, quienes, por su asociación con niños que practican la masturbación, se inician en ese vicio. El efecto sobre ellos frecuentemente los vuelve melancólicos, irritables y celosos; pero pueden no perder el respeto por la adoración religiosa y pueden no mostrar incredulidad especial con respecto a las cosas religiosas. A veces sufrirán agudamente sentimientos de remordimiento y se sentirán degradados ante sus propios ojos y perderán su respeto propio.—Testimonies for the Church 2:392 (1870). 1MCP 259.4