El mismo Testigo que registró la profanidad de Belsasar está presente con nosotros dondequiera que vayamos. Joven, señorita, puedes no darte cuenta de que Dios te está mirando; puedes sentirte en libertad de expresar con hechos los impulsos del corazón natural, puedes complacer tu liviandad y frivolidad, pero de todas estas cosas tendrás que dar cuenta. Según lo que siembras cosecharás, y si estás eliminando el fundamento de tu casa, quitando a tu cerebro su alimento y a tus nervios su poder, por la disipación y la complacencia del apetito y la pasión, tendrás que rendir cuentas a quien dice: “Yo conozco tus obras”. Apocalipsis 3:15.—The Review and Herald, 29 de marzo de 1892. 1MCP 314.2