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El placer indiscriminado empequeñece la mente 1MCP 314

Del mismo modo que el comer apresuradamente el alimento temporal es perjudicial para la salud física, el tragar ávidamente todo lo que tenga la apariencia de placeres, empequeñece la mente y la lleva a rechazar el alimento espiritual que se le presenta. Se educa la mente para anhelar placeres así como el ebrio anhela un vaso de licor. Parece imposible resistir la tentación. El pensamiento sobrio es disgustante porque la presentación no es satisfactoria. No hay nada placentero en la idea de leer y estudiar las palabras de vida eterna.—Carta 117, 1901. 1MCP 314.3