Pocos males deben ser más temidos que la indolencia y la falta de propósito. Sin embargo, la tendencia de la mayor parte de los deportes atléticos es causa de preocupación para los que se interesan en el bienestar de la juventud [...]. Estimulan el amor al placer y a la excitación, fomentan el desprecio hacia el trabajo útil, y desarrollan una disposición a evitar las responsabilidades y deberes prácticos. Tienden a destruir el gusto por las realidades serias de la vida y sus apacibles satisfacciones. Así se abre la puerta a la disipación y a la ilegalidad, con sus terribles resultados.—La Educación, 210, 211 (1903). 1MCP 342.3