En las Epístolas se habla mucho de estar firmes en la fe. Esto debe enseñarnos la necesidad de ser precavidos. No debemos entretejer en nuestra experiencia nuestras propias inclinaciones y rasgos fuertes del carácter. Esto representará mal los principios preciosos, elevadores y ennoblecedores de la verdad y desviará a otros. La firmeza y solidez en la fe significa más de lo que muchos perciben. Significa corregir todo error que existe en nuestros pensamientos y actos, a fin de no corromper la Palabra de Dios. 1MCP 62.3
Se necesitan en este tiempo mentes bien equilibradas, cristianos saludables e íntegros. Muchos de los que profesan a Cristo tienen una experiencia enfermiza. No pueden soportar nada que sea desfavorable. Se desaniman si piensan que de alguna manera se los ha ofendido o herido, si sus hermanos no han sido tan tiernos con ellos como piensan que deben serlo. El gran Médico, con su infinita capacidad, los restauraría a una completa salud moral; pero los pacientes rehúsan tomar el remedio que les ofrece. Estas personas pueden aplicar la Palabra de Dios a su caso por un corto tiempo, pero no llegan a ser hacedores de la Palabra. Pronto caen bajo influencias que apelan a sus gustos naturales y contrarrestan todo lo que habían ganado.—The Review and Herald, 28 de julio de 1896. 1MCP 62.4