Nacen niños enfermos por causa de la satisfacción del apetito de sus padres. El sistema no requiere la variedad de alimentos sobre los que se detiene la mente. Las mujeres cristianas han de rechazar el gran error de que lo que está en la mente debe estar en el estómago. No debe permitirse que la imaginación controle los deseos del sistema. Aquellos que permiten que el gusto los gobierne sufrirán el castigo por trasgredir las leyes de su existencia. Y el problema no termina ahí; sus hijos inocentes también sufrirán.—Testimonies for the Church 2:383 (1870). 1MCP 143.3
Consejeros no sabios animarán a la madre a satisfacer todo deseo e impulso como si fuera esencial para el bienestar de sus hijos. Semejante consejo es falso y perjudicial. Por orden de Dios mismo la madre está bajo la más solemne obligación de ejercer el autocontrol. ¿A qué voz prestaremos atención: la voz de la sabiduría divina, o la voz de la superstición humana?—The Signs of the Times, 26 de febrero de 1902. 1MCP 143.4