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La impaciencia produce una cosecha funesta 2MCP 163

¡Cuánto daño producen en el círculo familiar las palabras impacientes, pues una expresión de impaciencia de parte de uno de los miembros induce a otro a contestar de la misma manera y con el mismo espíritu! Luego vienen las palabras de represalia, y las de justificación propia, con las que se fragua un yugo pesado y amargo para su cerviz; porque todas esas palabras acerbas volverán a su alma en funesta cosecha.—El hogar adventista, 398, 399 (1913). 2MCP 163.1

Palabras duras hieren el corazón mediante el oído, despiertan las peores pasiones del alma y tientan a hombres y mujeres a violar los mandamientos de Dios [...]. Las palabras son como semillas implantadas.—El hogar adventista, 399 (1893). 2MCP 163.2

Entre los miembros de muchas familias se sigue el hábito de hablar con descuido, o para atormentar a otros, y la costumbre de decir palabras duras se fortalece a medida que se cede a ella. Así se dicen muchas cosas objetables que concuerdan con el espíritu de Satanás y no con el de Dios [...]. Las quemantes palabras de ira no deben ser pronunciadas, porque delante de Dios y de los santos ángeles son como una especie de blasfemia.—El hogar adventista, 399 (1894). 2MCP 163.3