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La búsqueda de faltas y la reprensión fomentan el engaño (consejo a un hombre censurador) 2MCP 219

Hermano mío, sus palabras de intolerancia hieren a sus hijos. A medida que crezcan, se intensificará en ellos la tendencia a criticar. El hábito de censurar está corrompiendo su propia vida y se extiende a su esposa y a sus hijos. Estos no son motivados a confiar en usted ni a reconocer sus propios defectos, porque saben que de inmediato usted expresará severas reprensiones. Con frecuencia sus palabras son como un granizo asolador que quebranta las tiernas plantas. Es imposible evaluar el daño así causado. Sus hijos practican el engaño para evitar las palabras duras que usted pronuncia; procuran eludir la verdad para escapar a la censura y al castigo. Una orden fría y dura no los beneficiará.—El hogar adventista, 399 (1896). 2MCP 219.3