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Rodeemos el alma de una atmósfera pura 2MCP 311

No debemos ser entremetidos o importunos, sino vivir sosegadamente nuestra religión, con la vista puesta en la gloria de Dios [...]. Entonces brillaremos como luces en el mundo, sin ruido ni aspaviento. No necesitamos fracasar, porque está con nosotros Uno que es sabio en sus consejos, excelente en sus obras y poderoso para cumplir sus propósitos. Trabaja por medio de sus instrumentos, visibles e invisibles, humanos y divinos. Esta obra es grandiosa, y será llevada adelante hacia la gloria de Dios, si todos los que se relacionan con ella efectúan sus tareas de acuerdo con su profesión de fe. La pureza de pensamiento debe estimarse indispensable en la obra de salvar a otros. El alma debe rodearse de una atmósfera pura y santa, una atmósfera que tienda a vivificar la vida espiritual de todos los que la respiren.—Hijos e Hijas de Dios, 318 (1896). 2MCP 311.1