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Quien consuela a los demás se consuela a sí mismo 2MCP 374

Muchas veces se solicitan oraciones por los afligidos, los tristes y los desalentados, y esto es correcto. Debemos orar para que Dios derrame luz en la mente entenebrecida y consuele al corazón entristecido. Pero Dios responde a la oración hecha en favor de quienes se colocan en el canal de sus bendiciones. A la par que rogamos por estos afligidos, debemos animarlos a que hagan algo en auxilio de otros más necesitados que ellos. Las tinieblas se desvanecerán de sus corazones al procurar ayudar a otros. Al tratar de consolar a los demás con el consuelo que hemos recibido, la bendición refluye sobre nosotros.—El Ministerio de Curación, 198 (1905). 2MCP 374.5