El tiempo debe usarse juiciosa y seriamente, y bajo la santificación del Espíritu Santo. Hemos de comprender qué es correcto o incorrecto hacer con la propiedad y con las facultades mentales y físicas. Dios tiene un derecho de propiedad sobre cada facultad que ha encomendado a los seres humanos. Mediante su propia sabiduría, establece los términos en que el hombre ha de emplear cada don de Dios. Bendecirá el uso correcto de cada facultad ejercida para la gloria de su nombre. Los talentos del habla, la memoria y la propiedad tienen que desarrollarse para gloria de Dios, para adelantar su reino. Dios nos ha dejado a cargo de sus bienes en su ausencia. Cada mayordomo tiene una obra especial que hacer en el adelantamiento del reino de Dios. Nadie tiene excusa.—Nuestra Elavada Vocacion, 42 (1900). 2MCP 439.4