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Una atmósfera de depresión 2MCP 138

Cuando los pastores, por medio de los cuales Dios trabaja, vienen a la oficina con los nervios destrozados y con una incipiente depresión, les digo que los envuelve una atmósfera semejante a una espesa capa de niebla que cubre un cielo sereno. Necesitamos tener fe. Que los labios digan: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. Lucas 1:47. 2MCP 138.1

Debemos manifestar la sensación de un Salvador que está presente, una firme confianza de que Jesús está al timón, y que él obrará para que el noble barco llegue al puerto. Debemos saber que es imposible que nos salvemos a nosotros mismos o a cualquier alma. No tenemos poder para ofrecer salvación a los que perecen. Jesús, nuestro Redentor, es el Salvador. Somos únicamente sus instrumentos y dependemos en todo momento de Dios. Debemos exaltar su poder delante de su pueblo elegido, y del mundo, por la gran salvación que nos ha concedido por medio de su sacrificio expiatorio y su sangre.—Carta 19a, 1892. 2MCP 138.2