Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Filipenses 3:20. RP 297.1
¿No nos apartaremos de nuestros pecados mediante la justicia y centraremos nuestra conversación en el cielo, desde donde esperamos a nuestro Salvador? ¿No hablaremos de nuestro Salvador hasta que llegue a ser natural para nosotros ocuparnos de él? Si no conducimos nuestra conversación en forma apropiada, no veremos la salvación de Dios. Satanás tomará posesión del corazón, y llegaremos a ser superficiales y sensuales. Elevemos nuestros pensamientos, y aferrémonos de las cosas que son de valor real, obteniendo una educación aquí que será de valor en el mundo por venir. Arrepentidos de nuestra apostasía, ¿no buscaremos al Señor con fervor, lamentando haber descuidado su Palabra, de no conocer mejor la verdad, y dirigirnos a él con todo nuestro corazón a fin de que nos sane y nos ame libremente? Demos hoy un paso en dirección al cielo... RP 297.2
La lluvia tardía ha de caer sobre el pueblo de Dios. Un poderoso ángel descenderá del cielo, y toda la tierra será iluminada con su gloria. ¿Estamos listos para tomar parte en la gloriosa obra del tercer ángel? ¿Están nuestros vasos listos para recibir el rocío celestial? ¿Tenemos contaminación y pecado en el corazón? Si es así, limpiemos el templo interior, y preparémonos para la lluvia tardía. El refrigerio de la presencia del Señor nunca caerá sobre corazones llenos de impureza. ¡Dios nos ayude a morir al yo, para que Cristo, la esperanza de gloria, pueda ser formado en nosotros! RP 297.3
Debo tener el Espíritu de Dios en mi corazón. Nunca puedo salir a hacer la gran obra de Dios a menos que el Espíritu Santo descanse sobre mi ser. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”. Salmos 42:1. El día del juicio está muy cercano. ¡Oh, lavemos el manto de nuestro carácter, y blanqueémoslo en la sangre del Cordero!—The Review and Herald, 21 de abril de 1891. RP 297.4