Fue un maestro y predicador capaz—Era un maestro entendido y abnegado, y predicador elocuente, cuya vida cotidiana era una demostración de las verdades que predicaba. Su conocimiento de las Sagradas Escrituras, la fuerza de sus argumentos, la pureza de su vida, y su integridad y valor inquebrantables, le atrajeron la estimación y la confianza de todos.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 87. VEUC 420.1
No sentía temor alguno—Wiclef apeló de esa sentencia del sínodo al parlamento; sin temor alguno demandó al clero ante el concilio nacional, y exigió que se corrigieran los enormes abusos sancionados por la iglesia. Con notable don de persuasión describió las usurpaciones, y las corrupciones de la sede papal.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 96. VEUC 420.2
Era intrépido y humilde—Sostuvo intrépido sus enseñanzas, y rechazó los cargos de sus perseguidores. Olvidándose de sí mismo, de su posición y de la ocasión, emplazó a sus oyentes ante el tribunal divino, y pesó los sofismas y las imposturas de sus enemigos en la balanza de la verdad eterna.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 97. VEUC 421.1