Por la pluma y de viva voz proclamad que Jesús vive para hacer intercesión por nosotros. Unidos con el gran Obrero Maestro, seguid al abnegado Redentor en su peregrinaje de amor por la tierra.—The Review and Herald, 24 de junio de 1893. SC 163.2
Algunos trabajarán de un modo y otros de otro, según la manera en que el Señor los llame y conduzca. Pero todos deben trabajar en armonía, esforzándose por mantener en la obra un carácter de perfecta unidad. De viva voz y por la pluma deben trabajar para él.—Joyas de los Testimonios 3:294. SC 163.3
Cristo crucificado: hablad esta verdad, orad acerca de ella, cantadla, y ella quebrantará y ganará los corazones.—Testimonies for the Church 6:67. SC 163.4
La pluma es un poder en las manos de los hombres que sienten la verdad ardiendo en el altar de sus corazones, y que tienen un celo inteligente por Dios, equilibrado con sano juicio. La pluma, mojada en la fuente de la verdad pura, puede hacer llegar los rayos de la luz a los oscuros rincones de la tierra, los cuales reflejarán de vuelta esos rayos, añadiéndole nuevo poder a la luz y acrecentándola para ser esparcida por doquiera.—Life Sketches of Ellen G. White, 214. SC 163.5
Nuestros ministros no deben dedicar todas sus facultades a predicar discursos, dejando que la obra termine allí. Deben instruir a los miembros de la iglesia acerca de cómo abordar y desempeñar este ramo de la obra [obra misionera por correspondencia], que es para nuestras sociedades misioneras y de publicaciones como una rueda dentro de otra rueda. El movimiento de esta rueda interna mantiene en acción saludable y poderosa la rueda externa. Si esta rueda interna cesa en su acción, el resultado podrá verse en una vida y en una actividad disminuidas en la sociedad misionera y de publicaciones.—The Review and Herald, 10 de junio de 1880. SC 164.1
No os canséis de la labor misionera vigilante. Esta es una tarea en la que todos podéis ocuparos con éxito, si solamente os relacionáis con Dios. Antes de escribir cartas para hacer preguntas, siempre elevad vuestros corazones a Dios en oración pidiendo éxito en la tarea de recoger algunas ramas silvestres que puedan ser injertadas en la vid verdadera, y que lleven fruto para la gloria de Dios. Todos los que con humilde corazón tomen parte en esta obra, estarán educándose de continuo como obreros en la viña del Señor.—The Review and Herald, 10 de junio de 1880. SC 164.2