Pero Dios dice: “Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado. Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón. He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados... Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré”.4Isaías 57:16-19. ED98 147.2
Jacob, en medio de sus dificultades, no fue abrumado. Se había arrepentido, había tratado de expiar el mal que le había hecho a su hermano. Y cuando se vio amenazado de muerte a causa de la ira de Esaú, buscó ayuda en Dios. “Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó”. “Y lo bendijo allí”.5Oseas 12:4; Génesis 32:29. Gracias al poder de Dios, el perdonado dejó de ser suplantador para convertirse en príncipe con Dios. No sólo fue librado de la ira de su hermano, sino de sí mismo. Quebrantó el poder del mal en su propia naturaleza; su carácter fue transformado. ED98 147.3
En las postrimerías de su vida, Jacob lo comprendió todo. Al repasar su historia, reconoció el poder sustentador de Dios, “el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el ángel que me liberta de todo mal”.6Génesis 48:15, 16. ED98 147.4
El mismo caso se repite en la historia de los hijos de Jacob, es decir, la retribución del pecado por una parte, y el arrepentimiento que da fruto de justicia para vida, por la otra. ED98 148.1
Dios no anula sus leyes. No obra contrariamente a ellas. No deshace la obra del pecado: la transforma. Por medio de su gracia, la maldición se convierte en bendición. ED98 148.2
De los hijos de Jacob, Leví fue uno de los más crueles y vengativos, uno de los dos más culpables del asesinato traicionero de los habitantes de Siquem. Las características de Leví, reflejadas en sus descendientes, atrajeron sobre éstos el decreto de Dios: “Los apartaré en Jacob, y los esparciré en Israel”.7Génesis 49:7. Pero el arrepentimiento dio por resultado la reforma, y mediante su fidelidad a Dios, en medio de la apostasía de las otras tribus, la maldición se transformo en una señal del más alto honor. ED98 148.3
“En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy”. “Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado... en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad”.8Deuteronomio 10:8; Malaquías 2:5, 6. ED98 148.4
Los levitas, como ministros del santuario, no recibieron tierras por herencia; moraban juntos en ciudades apartadas para su uso, y su sostén lo constituían las ofrendas y los diezmos dedicados al servicio de Dios. Eran los maestros del pueblo, huéspedes de todas sus fiestas, y honrados por todas partes como siervos y representantes de Dios. Toda la nación recibió el mandato: “Ten cuidado de no desamparar al levita en todos tus días sobre la tierra”. “Por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo”.9Deuteronomio 12:19; 10:9. ED98 148.5