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Las mujeres en el sepulcro HR 243

Muy temprano en la mañana del primer día de la semana, antes que amaneciera, las santas mujeres acudieron a la tumba con especias aromáticas para ungir el cuerpo de Jesús. Descubrieron que la pesada piedra había sido retirada de la puerta del sepulcro, y que el cuerpo de Jesús no estaba allí. Sus corazones se conmovieron y temieron que sus enemigos hubieran retirado el cuerpo. Repentinamente vieron a dos ángeles recubiertos de blanco atuendo, con sus rostros resplandecientes. Estos seres celestiales comprendieron el motivo de la presencia de las mujeres e inmediatamente les dijeron que Jesús no estaba allí; había resucitado, pero podían contemplar el lugar donde había sido puesto. Les indicaron que dijeran a sus discípulos que él se había adelantado para encontrarse con ellos en Galilea. Con temor y gran alegría las mujeres se apresuraron a encontrarse con los apesadumbrados discípulos y les dijeron lo que habían visto y oído. HR 243.1

Estos no podían creer que Cristo hubiera resucitado, pero se apresuraron a ir al sepulcro con las mujeres que habían traído ese informe. Descubrieron que Jesús no estaba allí; vieron los lienzos, pero no creyeron las buenas noticias de que hubiera resucitado de entre los muertos. Regresaron maravillados por lo que habían visto, y por el informe que les habían dado las mujeres. HR 243.2

Pero María decidió quedarse cerca del sepulcro, meditando en lo que había visto y preocupada por el pensamiento de que podría haber sido engañada. Presentía que le aguardaban nuevas pruebas. Sus penas renacieron y explotó en amargo llanto. Se aproximó para ver una vez más el sepulcro, y vio a dos ángeles vestidos de blanco. Uno estaba sentado donde había reposado la cabeza de Jesús, y el otro donde habían estado sus pies. Le hablaron tiernamente y le preguntaron por qué lloraba. Ella replicó: “Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto”. Juan 20:13. HR 243.3