Algunas personas me han escrito para decirme que deben recibir sueldos más elevados, y han presentado como excusa el hecho de tener una familia dispendiosa. Y al mismo tiempo la institución donde trabajaban se veía obligada a realizar cálculos minuciosos para hacer frente a los gastos corrientes. ¿Por qué se tendría que presentar el caso de una familia dispendiosa como una razón para pedir sueldos más elevados? ¿Acaso no es suficiente la lección que Cristo dio? El dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 16:24. 2MS 208.4
Nuestras instituciones se establecieron para servir como medios efectivos en la promoción de la obra de salvar a las almas. Los que se relacionan con ellas deben estudiar cómo pueden ayudar a la institución, y no cómo pueden extraer lo más posible de la tesorería. Si toman más de lo que deben, ocasionan un perjuicio a la causa de Dios. Que todos los que se relacionan con estas instituciones digan: “No voy a fijar mi sueldo en una suma elevada, porque en esa forma despojaría a la tesorería y estorbaría la proclamación del mensaje de misericordia. Debo practicar la economía. Los que están en el campo realizan una obra tan esencial como la que yo hago. Debo hacer todo lo que sea posible para ayudarlos. Estoy empleando los recursos de Dios, y obraré tal como Cristo hubiera actuado en mi lugar. No gastaré dinero en cosas superfluas. Recordaré a los obreros de Dios que están en los campos misioneros. Ellos necesitan más recursos que yo. En su obra se relacionan con mucha pobreza y aflicción. Deben alimentar al hambriento y vestir al desnudo. Debo limitar mis gastos a fin de participar en su obra de amor”.—Special Testimonies, Serie B, 19:19, 20. 2MS 208.5