Hoy se requiere tanta abnegación como cuando iniciamos la obra, cuando éramos solamente un puñadito de gente, cuando conocíamos el significado de la abnegación y del sacrificio personal, cuando tratábamos de publicar los pequeños periódicos y los folletos que debían llevarse a los que estaban en tinieblas. Actualmente trabajan en la oficina unas pocas personas que entonces estaban con nosotros. Durante años no recibimos ningún sueldo, sino apenas lo necesario para proporcionarnos el alimento y la ropa más sencillos. Estábamos conformes con usar ropa de segunda mano, y a veces nuestro alimento a duras penas alcanzaba para sostener nuestras fuerzas. Todo lo demás era dedicado a la obra. Después de un tiempo mi esposo recibió seis dólares por semana, y con eso vivimos, y yo trabajaba con él en la causa. Otros trabajaban en forma similar... 2MS 215.2
Los que han venido para hacerse cargo de la obra, cuando ésta ya ha alcanzado éxito, deberían andar con mucha modestia. Deberían manifestar espíritu de abnegación. Dios quiere que se haga avanzar las instituciones a fuerza de abnegación, en la misma forma como se colocaron los fundamentos.—The General Conference Bulletin, 184. 2MS 215.3
Cuando se haga esta obra en la forma como debería efectuarse, cuando trabajemos con celo divino para añadir conversos a la verdad, el mundo verá que un poder asiste a nuestro mensaje de verdad. La unidad de los creyentes da testimonio del poder de la verdad que puede unir en perfecta armonía a hombres de disposiciones diferentes, y hacer que uno sólo sea el interés de todos. 2MS 215.4
Las oraciones y las ofrendas de los creyentes van unidas a sus esfuerzos fervorosos y abnegados, y verdaderamente constituyen un espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. Los hombres vuelven a convertirse. La mano que una vez buscaba la recompensa de una remuneración mayor se ha convertido en la mano ayudadora de Dios. Los creyentes están unidos por un mismo interés: el deseo de crear centros de la verdad donde se exalte a Dios. Cristo los junta con santos vínculos de unión y amor, vínculos que tienen un poder irresistible. 2MS 216.1
Cristo oró por esta unidad poco antes de su juicio, cuando estaba tan sólo a un paso de la cruz. “Para que todos sean uno—dijo él—; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Juan 17:21.—Carta 32, 1903. 2MS 216.2