Entre nuestros ministros, médicos y profesores existe la necesidad de una entrega completa de la mente, el corazón y el alma a Dios... Los trajes elegantes, las casas costosas y un sistema de vida de acuerdo con la moda, no son los elementos que darán reputación a la obra. Pero Dios estima como algo de gran valor el espíritu humilde y sereno. La religión no hace a una persona ruda y vulgar. El verdadero creyente, al comprender cuán débil es, se cuidará en todo sentido y colocará toda su confianza en Dios. La verdadera piedad cristiana no puede forzarse, porque constituye la efusión natural del corazón sincero... 2MS 230.3
Dios necesita hombres minuciosos, hombres de oración y hombres prácticos. Una dispendiosa ostentación no eleva a los hombres y las mujeres a los ojos de las personas sensatas. No es correcto que un médico viva suntuosamente y que luego cobre precios exorbitantes por realizar pequeñas intervenciones quirúrgicas. Dios contempla todos estos asuntos en su verdadera luz (Manuscrito 34, 1904). 2MS 230.4