En todo esfuerzo, en todo lugar donde se introduce la verdad, hay necesidad de unir diferentes mentes, diferentes dones, diferentes planes y métodos de labor. Todos deben hacer que su práctica habitual sea consultarse mutuamente y orar los unos con los otros. Cristo dice: “Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”. Mateo 18:19. Ningún obrero individual tiene toda la sabiduría que se necesita. Debe haber comparación de planes, intercambio en consejos de uno con el otro. Ninguna persona en particular debe creerse suficiente como para manejar el interés de algún lugar prescindiendo de sus ayudantes. 3MS 25.4
Un hombre puede tener tacto en un sentido, pero puede ser un fracaso decidido en algunos puntos esenciales. Esto hace que su obra sea imperfecta. Necesita el tacto mental y el talento de otro hombre para combinarlos con sus esfuerzos. Todos deben estar en perfecta armonía mutua en la obra. Si pueden trabajar solamente con los que ven las cosas como ellos y siguen sus planes, entonces fracasarán. La obra será defectuosa porque ninguno de estos obreros ha aprendido las lecciones en la escuela de Cristo que los haga aptos para presentar a todo hombre perfecto en Cristo Jesús. Todos deben estar progresando constantemente. Deben echar mano de toda oportunidad para aprovechar hasta el máximo todo privilegio, hasta que lleguen a ser mejor dotados para su obra grande y solemne. 3MS 26.1
Pero Dios ha puesto en la iglesia diferentes talentos. Todos estos son preciosos en su lugar, y cada uno ha de desempeñar una parte en la perfección de los santos. 3MS 26.2
Esta es la orden de Dios, y los hombres deben trabajar según sus reglas y sus disposiciones si anhelan tener éxito. Dios aceptará solamente los esfuerzos que se hagan en forma voluntaria y con corazones humildes, sin los rasgos de sentimientos personales de egoísmo.—Carta 66, 1886. 3MS 26.3