Los santos han de juzgar al mundo. ¿Deben entonces depender ellos del mundo, y de los abogados del mundo para decidir sus dificultades? Dios no quiere que lleven sus problemas a los súbditos del enemigo para lograr una decisión. Tengamos confianza los unos en los otros.—Manuscrito 71, 1903. 3MS 346.3