Depender del brazo de la ley es una desgracia para los cristianos; sin embargo, este mal se ha introducido y ha sido utilizado entre el pueblo escogido del Señor. Principios mundanos han sido subrepticiamente introducidos, hasta que en la práctica muchos de nuestros obreros están llegando a ser como los laodicenses:—indiferentes—, porque se confía tanto en los abogados y en los documentos y contratos legales. Esta condición es aborrecible para Dios.—Manuscrito 128, 1903. 3MS 347.1