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(c) Independencia de espíritu 1MCP89 272

Los riesgos de la independencia personal—Siempre recuerde lo que debemos a nuestra profesión cristiana como pueblo peculiar de Dios; y cuídese de que al ejercitar la independencia personal su influencia no obre contra los propósitos de Dios, y así usted, por medio de las trampas de Satanás, llegue a ser una piedra de tropiezo directamente en el camino de los débiles y vacilantes. Hay peligro en dar al enemigo ocasión de blasfemar a Dios y amontonar desprecio sobre los creyentes en la verdad.—Testimonies for the Church 5:477, 478 (1889). 1MCP89 272.1

Independencia de espíritu—Siempre ha habido en la iglesia quienes tienden constantemente a la independencia individual. Parecen incapaces de comprender que la independencia de espíritu puede inducir al instrumento humano a tener demasiada confianza en sí mismo, y a confiar en su propio juicio en lugar de respetar el consejo de sus hermanos y estimar debidamente su juicio, especialmente el de los que ocupan los cargos que Dios ha asignado para la dirección de su pueblo. El Señor ha investido a su iglesia con especial autoridad y poder que nadie tiene derecho de desatender y despreciar, porque el que lo hace desprecia la voz de Dios.—Los Hechos de los Apóstoles, 135 (1911). 1MCP89 272.2

Acción concertada—En un punto habrá que precaverse, y es en el de la independencia individual. Como entre soldados del ejército de Cristo, debe haber acción concertada en los diversos departamentos de la obra... Cada obrero debe obrar teniendo en cuenta a los demás. Los que siguen a Cristo no obrarán independientemente unos de otros. Nuestra fuerza debe fundarse en Dios, y estar unida para manifestarse en una acción noble y concentrada. No debe desperdiciarse en movimientos sin sentido.—Joyas de los Testimonios 2:206, 207 (1889). 1MCP89 272.3

La autosuficiencia nos expone a los ardides de Satanás—Vivimos en medio de los peligros de los últimos días, y si tenemos un espíritu de autosuficiencia e independencia, estaremos expuestos a los ardides de Satanás y seremos vencidos.—Testimonies for the Church 3:66 (1872). 1MCP89 273.1