Muchos amigos habían venido desde las ciudades y aldeas vecinas, para unirse con los miembros de la iglesia de Battle Creek y con los ciudadanos de ese lugar a fin de pagar un tributo de respeto y amor a la memoria de una persona que había sido llamada al descanso. También de los Estados colindantes había llegado un número considerable, incluyendo los presidentes y otros administradores de asociaciones locales de la Unión del Lago, de la División Norteamericana, y de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día. NBEW 507.2
El escenario para el servicio fúnebre era adecuado e impresionante. El servicio se realizó en el gran Tabernáculo, al cual todo el pueblo había contribuido cerca de cuarenta años antes, y en el que la Sra. White muchas veces había hablado palabras de vida. Los tributos florales estaban arreglados de tal manera que formaban una hermosa glorieta que semejaba un jardín. Los amigos del Sanatorio de Battle Creek habían enviado abundancia de palmas, lirios y margaritas en macetas, que casi cubrían la plataforma y se extendían hacia la derecha y la izquierda por la galería y las escaleras. También había muchos arreglos florales, símbolos de la ocasión y de la esperanza del más allá. La Iglesia de Battle Creek presentó una rueda quebrada; la Review and Herald Publishing Association, una columna quebrada; la Asociación General y la División Norteamericana, una cruz y una corona, y la Pacific Press Publishing Association, una Biblia abierta, sobre cuyas páginas se leían las promesas del Salvador: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo”. NBEW 507.3
Dos horas antes de que empezara el servicio el cuerpo ya estaba frente a la plataforma. Había guardas de honor1Había seis guardas de honor, que servían en turnos de a dos: el pastor C. S. Longacre, de Washington, D. C.; M. L. Andreasen, de Hutchinson, Minnesota; W. A. Westworth, de Chicago, Illinois; E. A. Bristol, de Indianapolis, Indiana; L. H. Christian, de Chicago; C. F. McVagh, de Grand Rapids, Míchigan. que lo custodiaban, en tanto que miles pasaban para pagar un tributo a la sierva de Jesús, que dormía su último sueño. En esa larga procesión de personas, había hombres y mujeres encorvados por el peso de los años, quienes en su juventud se habían sentado a los pies de aquella que ahora descansaba y habían recibido sus enseñanzas. Ahora lloraban su ausencia de las filas de los obreros en la causa de Dios. Las lágrimas corrían por las mejillas de más de un pionero noble que por más de medio siglo había guardado la fe una vez entregada a los santos, y que todavía se regocijaba en la esperanza de la recompensa final que aguardaba a los fieles. NBEW 508.1
Cuando llegó la hora señalada para el servicio, el Tabernáculo, con capacidad para cerca de 3.500 personas, estaba lleno, y muchos estaban de pie; se estima que 1.000 personas o más no pudieron entrar y tuvieron que regresar. NBEW 509.1
Entre los miembros de la familia de la Sra. White presentes estaban ambos hijos sobrevivientes, el pastor Jaime Edson White, de Marshall, Míchigan, y el pastor W. C. White, de Santa Elena, California; la Srta. McEnterfer, de Santa Elena, California; la Srta. Addie Walling MacPherson, una sobrina que vivía en Suffern, Nueva York; la Sra. L. M. Hall, en un tiempo miembro del equipo de la Sra. White; y varios otros que en años anteriores habían estado asociados más o menos estrechamente con la que descansaba. Muchos corazones sentían vivas simpatías por la Sra. Emma White, esposa del pastor J. E. White, ausente debido a la aflicción reumática que durante dos años le había impedido abandonar su casa. NBEW 509.2
El servicio fue impresionante en toda su extensión. Los cantores,2Los cantores eran la Sra. H. M. Dunlap, la Srta. Florence Howell, la Sra. G. R. Israel, la Srta. Nenna Dunlap, el profesor Frederick Griggs, el Sr. M. H. Minier, el Dr. M. A. Farnsworth y el Sr. Frank W. Hubbard. los conductores del féretro3Los conductores del féretro eran los pastores I. H. Evans, presidente de la División Norteamericana; W. T. Knox, tesorero de la Asociación General; G. B. Thompson, secretario de la División Norteamericana; el profesor Frederick Griggs, director de Educación de la Asociación General; F. M. Wilcox, director de la Advent Review and Sabbath Herald; y G. E. Langdon, pastor de la iglesia del Tabernáculo de Battle Creek. y los ministros4Los ministros eran los pastores A. G. Daniells, presidente de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día (a cargo del servicio); S. N. Haskell, de South Lancaster, Mass.; M. C. Wilcox, de Mountain View, California; C. B. Stephenson, de Atlanta, Georgia; William Covert, de Aurora, Illinois; L. H. Christian, de Chicago, Illinois. El pastor Jorge I. Butler, de Bowling Green, Florida, por largo tiempo asociado con el pastor White y señora en asuntos administrativos, había sido invitado por la Asociación General para ayudar en el servicio, pero a él le fue imposible estar presente. ascendieron a la plataforma arrodillándose por unos breves momentos en oración silenciosa. Entonces el coro cantó un himno relativo a la resurrección. NBEW 509.3
“¡En Jesús dormidos! ¡Bendito reposar
sin llanto ni tristeza alguna al despertar!
¡Dulce reposo en paz y calma no turbada
ni aun por quien cruelmente en la vida nos odiaba! NBEW 510.1
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¡En Jesús dormidos! ¡Pronto despertar
cuando suene la trompeta celestial!
¡Las prisiones de la tumba se abrirán
y los fieles de Jesús despertarán! NBEW 510.2