“Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva—leyó el pastor F. M. Wilcox, de Washington, D. C.—. He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Los pasajes que leyó de las visiones de Juan en la isla de Patmos, fueron (Apocalipsis 21:1-7; 22:1-5), y con éstos se vincularon las preciosas promesas registradas en el capítulo 35 de la profecía de Isaías. “Los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido’”. NBEW 510.3