El pastor M. C. Wilcox, de Mountain View, California, elevó la petición al trono de gracia: “Bondadoso Dios, nuestro Padre celestial, te agradecemos porque no hay prueba en la tierra tan grande para la cual tú no tengas consuelo y fortaleza para tus hijos. Te agradecemos porque podemos venir a ti esta mañana y saber que tú eres nuestro Padre. Gracias por el gran amor con el cual nos amas aun en nuestra condición pecaminosa y mortal, no porque seamos amables, sino porque tú eres amor. NBEW 510.4
“Te damos gracías por el don de tu Hijo unigénito; porque él murió en nuestro favor, y porque en él tú puedes tomar a mortales indignos como nosotros y prepararlos para la gloriosa herencia acerca de la cual hemos estado oyendo. NBEW 511.1
“Te agradecemos porque tu poder es tan grande que puedes dominar y vencer todo lo que en nosotros es malo: porque puedes tomar la condición pobre, baja e inmunda de nuestra naturaleza humana, y convertirla en oro genuino de Dios. NBEW 511.2
“Te agradecemos por todas las preciosas promesas y seguridades de tu Palabra; por todas tus fieles amonestaciones; por todos tus santos preceptos; por la bendita esperanza de la venida de nuestro Señor que está a las puertas, cuando él transformará a esta tierra con su propio poder para formar un hogar eterno para todos sus hijos. NBEW 511.3
“Te agradecemos, oh Padre, por lo que tú has hecho por nosotros en este último movimiento evangélico. Te agradecemos por la obra que has realizado por medio de tu sierva, nuestra hermana, que yace delante de nosotros esta mañana; por todo el consejo e instrucción que nos has dado por ella; por toda la obra que has realizado por su medio; por las instituciones que ella ayudó a establecer; por el poderoso mensaje que ella presentó. NBEW 511.4
“Y aunque nuestros corazones se hallan inexpresablemente tristes esta mañana, Padre nuestro, te alabamos por lo que tú has hecho al tomar a un pobre y débil ser humano, y hacer de él un instrumento para la edificación de tu causa. NBEW 512.1
“Ven cerca de nuestros corazones doloridos esta mañana. Vuelca sobre ellos el bálsamo de tu Espíritu, de tu sanadora bondad. Llena todos los vacíos producidos por la muerte, con tu propia preciosa presencia. Ayuda a los que lloran a extender la mirada más allá, a la gloriosa mañana ya cercana, cuando el Señor Jesucristo sanará toda herida que el pecado haya hecho, consolará todo corazón que confíe en él y hará todas las cosas eternamente nuevas. NBEW 512.2
“Te rogamos que nos ayudes a aprender la lección de la brevedad de la vida humana; de la necesidad de consagrarnos a ti; del gran ánimo que tú nos das en esta vida que acaba de terminar, y que es un reflejo de lo que harás por los que se entregan en tus manos para tu servicio. NBEW 512.3
“Sabemos que nuestra hermana está segura. Podemos dejarla contigo. De aquí a poco tú hablarás, y los muertos resurgirán inmortales. Pero oramos por los que viven. Oramos por aquellos que quedan atrás para hacer frente a las luchas y las pruebas y los conflictos de estos últimos días. ¡Cuán débiles somos, cuán completamente incapaces de hacer frente a ninguna de estas cosas! En esta hora, nuestra esperanza está en ti. Y pedimos que el gran Dios que nos ha llamado nos capacite para su servicio; nos dé energía para un esfuerzo mayor; nos conceda una fe más firme, mayor diligencia y más gracia para encarar las pruebas y los conflictos. Rogamos que él nos salve de todos los engaños, los hechizos y las trampas del enemigo; que él nos dé una visión más clara para ver lo que Dios quiere que cada uno sea y haga, y que, finalmente, también nos conceda un triunfo rápido a la venida de nuestro Señor. NBEW 512.4
“Y así, Padre, en este día triste, dejamos estas cosas en tus manos, y rogamos que el gran Dios que ha guiado, que ha estado con nosotros, continúe guiándonos a cada paso del camino, dándonos la salida de todos los desiertos de duda y de prueba; conduciéndonos a la tierra del día perfecto, donde no habrá más pecado, ni dolor, y donde nos regocijaremos en las sonrisas de nuestro bendito Redentor, que ha vencido el pecado y por lo tanto fue victorioso sobre la muerte. Concédenos, oh nuestro Padre, que en aquel gran día, los que estamos aquí reunidos nos hallemos en el número de los que vivirán para siempre junto con los buenos que se han ido y aquellos que quedarán hasta tu venida. Todo esto lo pedimos en el nombre del Señor Jesús. Amén”. NBEW 513.1