Entre todos los que se llaman amigos de la temperancia, los adventistas deben hallarse en primera fila. Durante muchos años ha resplandecido sobre nuestra senda un raudal de luz concerniente a los principios de la verdadera reforma, y delante de Dios somos responsables de dejar resplandecer esta luz a otros. Años ha, considerábamos la difusión de los principios de temperancia como uno de nuestros deberes más importantes. Debiera serlo también ahora. Nuestras escuelas y sanatorios han de revelar el poder de la gracia de Cristo para transformar todo el ser—espíritu, alma y cuerpo. Nuestros sanatorios y otras instituciones educacionales deben ser centros de luz y bendición en la causa de toda reforma verdadera. OE 398.1
Necesitamos actualmente manifestar un interés decidido en la obra de temperancia de la Unión de Mujeres Cristianas. Nadie que asevere tomar parte en la obra de Dios, debe dejar de interesarse en el gran objeto de esta organización, en sus ramos de temperancia. Sería bueno que en nuestros congresos anuales, invitásemos a los miembros de dicha Unión a tomar parte en nuestros ejercicios. Esto les ayudaría a familiarizarse con las razones de nuestra fe, y nos prepararía el camino para unirnos con ellos en la obra de temperancia. Si lo hacemos, veremos que la cuestión de la temperancia significa más de lo que muchos de entre nosotros suponen. OE 398.2
En algunas cosas, las dirigentes de la Unión de Mujeres Cristianas están más adelantadas que los que dirigen nuestra obra. El Señor tiene en esa organización almas preciosas que pueden sernos de gran ayuda en nuestros esfuerzos por favorecer el movimiento de temperancia. La educación que nuestro pueblo ha recibido en la verdad bíblica y en el conocimiento de las exigencias de la ley de Dios, habilitará a nuestras hermanas para impartir a estas nobles defensoras de la temperancia algo que será para su bienestar espiritual. Así se creará unión y simpatía donde en lo pasado existieron a veces prejuicios y malentendidos. Me ha sorprendido ver la indiferencia de algunos de nuestros dirigentes para con esta organización. No podemos hacer una obra mejor que la de unirnos, siempre que podamos hacerlo sin compromiso, con las obreras de la Unión de Mujeres Cristianas. OE 398.3
Tenemos que hacer una obra en los ramos de la temperancia además de hablar en público. Debemos presentar nuestros principios en folletos, libritos y periódicos. Debemos emplear todo medio posible para despertar a nuestro pueblo a fin de que cumpla con su deber de ponerse en relación con los que no conocen la verdad. El éxito que hemos obtenido en la obra misionera ha sido plenamente proporcionado a los esfuerzos abnegados que hemos hecho. El Señor solo sabe cuánto podríamos haber logrado si nos hubiésemos humillado delante de él y hubiésemos proclamado la verdad de la temperancia de una manera clara y directa.... OE 399.1