Algunos de los que entran en el ministerio no sienten la carga de la obra. Tienen ideas falsas acerca de las calificaciones necesarias para un predicador. Les parece que el hacerse idóneo para el ministerio requiere poco estudio detenido de las ciencias o de la Palabra de Dios. Algunos de los que enseñan la verdad presente tienen tan deficiente conocimiento de la Biblia que les es difícil citar un texto de la Escritura correctamente de memoria. Al cometer las torpes equivocaciones en que incurren, pecan contra Dios. Tuercen las Escrituras, y hacen decir a la Biblia cosas que no están escritas en ella. OE 111.2
Algunos piensan que la educación o un conocimiento cabal de las Escrituras son de poca importancia con tal que uno tenga el Espíritu. Pero Dios no manda nunca su Espíritu para sancionar la ignorancia. El puede compadecerse y bendecir a aquellos que están de tal modo situados que les es imposible educarse, y lo hace; hasta condesciende a veces a hacer perfecta su fuerza en la debilidad de ellos. Pero es deber de los tales estudiar la Palabra de Dios. La falta de conocimiento de las ciencias no es excusa alguna para descuidar el estudio de la Biblia; porque las palabras de la inspiración son tan claras que aun los que no tienen letras pueden comprenderlas. OE 112.1