Los siervos de Dios no reciben honores ni reconocimiento del mundo. Esteban fué apedreado porque predicaba a Cristo y Cristo crucificado. Pablo fué encarcelado, azotado, apedreado y finalmente muerto, porque era un fiel mensajero de Dios a los gentiles. El apóstol Juan fué desterrado a la isla de Patmos, “por la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.”5Apocalipsis 1:9. Estos ejemplos humanos de constancia en la fuerza del poder divino, son para el mundo un testimonio de la fidelidad de Dios a sus promesas, de su constante presencia y gracia sostenedora. OE 18.1
Ninguna esperanza de inmortalidad gloriosa alumbra el futuro de los enemigos de Dios. El gran jefe militar conquista naciones, y deshace los ejércitos de medio mundo; pero muere de desilusión en el destierro. El filósofo que recorre el universo con su pensamiento, viendo por doquiera manifestaciones del poder de Dios y deleitándose en su armonía, deja muchas veces de contemplar en estos prodigios admirables la Mano que los hizo todos. “El hombre en honra que no entiende, semejante es a las bestias que perecen.”6Salmos 49:20. Pero los héroes de Dios, poseídos de la fe, reciben una herencia de mayor valor que cualesquiera riquezas terrenas,—una herencia que satisfará los anhelos del alma. Pueden ser desconocidos e ignorados por el mundo, pero en los libros del cielo están anotados como ciudadanos del reino de Dios, y serán objeto de una excelsa grandeza, de un eterno peso de gloria. OE 18.2
La obra mayor, el esfuerzo más noble a que puedan dedicarse los hombres, es mostrar el Cordero de Dios a los pecadores. Los verdaderos ministros son colaboradores del Señor en el cumplimiento de sus propósitos. Dios les dice: Id, enseñad y predicad a Cristo. Instruid y educad a todos los que no conocen su gracia, su bondad y su misericordia. Enseñad a la gente. “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿y cómo oirán sin haber quien les predique?”7Romanos 10:14. OE 19.1
“¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que publica la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salud, del que dice a Sión: Tu Dios reina!” “Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalén: porque Jehová ha consolado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido. Jehová desnudó el brazo de su santidad ante los ojos de todas las gentes; y todos los términos de la tierra verán la salud del Dios nuestro.”8Isaías 52:7, 9, 10. OE 19.2
Los que trabajan para Cristo nunca han de pensar, y mucho menos hablar, acerca de fracasos en su obra. El Señor Jesús es nuestra eficiencia en todas las cosas; su Espíritu ha de ser nuestra ínspiración; y al colocarnos en sus manos, para ser conductos de luz nunca se agotarán nuestros medios de hacer bien. Podemos allegarnos a su plenitud, y recibir de la gracia que no tiene límites. OE 19.3