Antes de la entrada del pecado ni una nube cubría las mentes de nuestros primeros padres que oscureciera su percepción del carácter de Dios. Estaban perfectamente en armonía con la voluntad de Dios. Una cubierta de luz, la luz de Dios, los rodeaba. Esta luz clara y perfecta iluminaba todo aquello a lo cual ellos se acercaban. 8TPI 266.1
La naturaleza era su libro de texto. En el Huerto del Edén la existencia de Dios fue demostrada; sus atributos, revelados en los objetos naturales que los rodeaban. Todo aquello sobre lo cual fijaban su vista les hablaba. Las cosas invisibles de Dios y aun “su eterno poder y deidad” eran vistas con claridad, “siendo entendidas por medio de las cosas hechas”. Romanos 1:20. 8TPI 266.2