Pero aunque es cierto que en el principio Dios podía ser discernido en la naturaleza, no se debe deducir que después de la Caída un conocimiento perfecto de Dios en el mundo natural le fuera revelado a Adán y a su descendencia. La naturaleza podía comunicar sus lecciones al hombre en su inocencia. Pero la transgresión trajo una plaga sobre la tierra que se interpuso entre la naturaleza y el Dios de la naturaleza. Si Adán y Eva nunca hubieran desobedecido a su Creador, si se hubieran mantenido en el camino de la rectitud perfecta, habrían seguido aprendiendo de Dios por medio de sus obras. Pero cuando prestaron oído al tentador y pecaron contra Dios, la luz de sus vestiduras de inocencia celestial se apartó de ellos. Privados de la luz del cielo, ya no eran capaces de discernir el carácter de Dios en las obras de sus manos. 8TPI 266.3
Y por la desobediencia del hombre, un cambio se llevó a cabo en la misma naturaleza. Manchada por la maldición del pecado, la naturaleza no puede dar sino un testimonio imperfecto del Creador. No puede revelar su carácter a perfección. 8TPI 267.1