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Una obra creciente 7TPI 17

Los siervos de Dios deben utilizar todos los medios a su alcance para engrandecer su reino. El apóstol Pablo declara que “es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad... Que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres” 1 Timoteo 2:3-4, 1. Y Santiago agrega: “Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma y cubrirá multitud de pecados”. Santiago 5:20. Cada creyente está comprometido a unirse con sus hermanos para proclamar la invitación: “Venid, que ya todo está preparado”. Lucas 14:17. Cada uno debe animar a los demás a realizar un trabajo de todo corazón. Una iglesia viviente está llamada a llevar a la gente invitaciones conmovedoras. Las almas sedientas han de ser conducidas al agua de la vida. 7TPI 17.2

Los apóstoles llevaban sobre sí la pesada responsabilidad de extender su esfera de acción para proclamar el Evangelio en las regiones lejanas. De su ejemplo se desprende el hecho de que en la viña del Señor no hay lugar para gente inactiva. Sus servidores tienen el deber de agrandar constantemente el círculo de sus esfuerzos. Siempre deben realizar más, nunca menos. La obra del Señor ha de crecer y expandirse hasta circuir el mundo. 7TPI 18.1

Después de un viaje misionero, Pablo y Bernabé volvieron sobre sus pasos, visitando a las iglesias que habían levantado y escogiendo personas que se unieran a ellos en su trabajo. Hoy también los siervos de Dios deben trabajar de la misma manera, eligiendo y entrenando a jóvenes dignos como colaboradores suyos. Que Dios nos ayude a consagrarnos, para que otros puedan santificarse por nuestro ejemplo capacitándose para realizar una obra exitosa en la ganancia de almas para Cristo. 7TPI 18.2

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Nos estamos acercando al final de la historia de este mundo; pronto nos hallaremos de pie ante el gran trono blanco. Dentro de poco su tiempo de trabajar se habrá terminado para siempre. Aproveche las oportunidades que se le presenten para hablar una palabra en sazón a las personas con quienes se relaciona. No espere llegar a conocerlos antes de ofrecerles los tesoros inapreciables de la verdad. Salga a trabajar, y las puertas se abrirán delante de usted. 7TPI 18.3

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En el día del juicio los perdidos comprenden cabalmente el sacrificio realizado en el Calvario. Se dan cuenta de lo que han perdido al negarse a ser leales. Piensan en el privilegio que habrían podido tener de gozar de una relación elevada y pura; pero es demasiado tarde. El último llamamiento ha sido hecho. Entonces se escucha su amargo clamor: “Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos”. Jeremías 8:20. 7TPI 18.4

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Sobre nosotros descansa la pesada responsabilidad de amonestar al mundo acerca de su destrucción inminente. Los pedidos de ayuda llegan de todas partes, de lejos y de cerca. Dios pide a su iglesia que se levante y que se vista de poder. Deben ganarse las coronas inmortales; el reino de los cielos se debe conquistar; y ha de iluminarse un mundo que perece en la ignorancia. 7TPI 18.5

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El mundo se convencerá por lo que la iglesia viva, y no por lo que se enseñe desde el púlpito. Desde el púlpito el ministro anuncia la teoría del Evangelio; pero la piedad práctica de la iglesia demuestra su poder. 7TPI 19.1

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Aunque débil y defectuosa, y en constante necesidad de amonestación y consejo, la iglesia es el objeto de la suprema preocupación de Cristo. El está ocupado en realizar experimentos de la gracia sobre los corazones humanos y obtiene tales transformaciones de carácter que los ángeles, perplejos, expresan su gozo en cánticos de alabanza. Se regocijan al pensar que los seres humanos pecadores y errantes puedan experimentar una transformación tal. 7TPI 19.2

A medida que el mensaje del tercer ángel aumente en magnitud hasta transformarse en el fuerte clamor, gran poder y gloria acompañarán a su proclamación. Los rostros del pueblo de Dios brillarán con la luz del cielo. 7TPI 19.3

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El Señor capacitará a hombres y mujeres -sí, y también a niños, como lo hizo con Samuel- para que realicen su obra, haciéndolos mensajeros suyos. Aquel que nunca duerme ni se fatiga vela sobre cada uno de sus obreros, eligiendo su esfera de labor. Todo el cielo observa la lucha que les toca pelear a los siervos de Dios, aunque sea bajo circunstancias aparentemente descorazonadoras. Se realizan nuevas conquistas y se ganan nuevos honores a medida que los siervos de Dios avanzan para pelear la buena batalla de la fe, unidos bajo el estandarte de su Redentor. Todos los ángeles celestiales se hallan al servicio del pueblo de Dios, humilde y creyente; y mientras el ejército de los obreros del Señor eleva aquí abajo sus cánticos de alabanza, el coro celestial se une a ellos en acciones de gracias, rindiendo su alabanza a Dios y a su Hijo. 7TPI 19.4

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En realidad no hay nada más invencible, aunque aparezca totalmente desamparada, que el alma que acepta su incapacidad y confía totalmente en los méritos del Salvador. Dios enviaría en su ayuda a cada ángel del cielo en lugar de permitirle que sea vencida. 7TPI 20.1

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El grito de batalla se deja oír a lo largo de las filas. Que cada soldado de la cruz, desprovisto de autosuficiencia, avance revestido de mansedumbre y humildad, y provisto de una firme fe en Dios. Su obra y la mía no terminarán con esta vida. Podremos descansar en la tumba durante breve tiempo; pero, cuando se escuche el llamado, asumiremos de nuevo nuestro trabajo en el reino de Dios. 7TPI 20.2