La hospitalidad en el hogar
Un llamado a ser más hospitalarios—Aun entre los que profesan ser cristianos se ejercita poco la verdadera hospitalidad. Entre nuestro propio pueblo la oportunidad de manifestar hospitalidad no es considerada como debiera serlo: como un privilegio y una bendición. Es en absoluto demasiado escasa la sociabilidad y disposición para hacer lugar para dos o tres más en la mesa de la familia, sin molestia u ostentación. Algunos alegan que “es demasiado trabajo”. No resultaría así si dijéramos: “No hemos hecho preparativos especiales, pero le ofrecemos gustosos lo que tenemos”. El huésped inesperado aprecia una bienvenida tal mucho más que una preparación elaborada.—Joyas de los Testimonios 2:570 (1900).HD99 202.2
Listos para huéspedes inesperados—Algunas madres de familia escatiman la comida en la mesa para poder obsequiar opíparamente a sus visitas. Esto es desacertado. Al agasajar a los huéspedes se debiera proceder con más sencillez. Atiéndase primero a las necesidades de la familia.HD99 202.3
Una economía doméstica imprudente y las costumbres artificiales hacen muchas veces imposible que se ejerza la hospitalidad donde sería necesaria y beneficiosa. La provisión regular de alimento para nuestra mesa debe ser tal que se pueda convidar al huésped inesperado sin recargar a la señora de la casa con preparativos extraordinarios.—El Ministerio de Curación, 248 (1905).**[]
Para una lectura adicional sobre el tema vea: El hogar adventista, Conducción del niño, y Testimonios acerca de la conducta sexual, adulterio y divorcio.HD99 203.1