Al buscar información y orientación para plantar los huertos en la pequeña granja de ella y en la propiedad del colegio, se le recomendó a Elena de White que fuese a ver al Sr. Mosely, un cultivador exitoso de árboles frutales. MV 349.5
En varias ocasiones el Sr. Mosely vino para plantar árboles y dar instrucciones sobre cómo plantar y cuidar un huerto. La tierra virgen estaba bien preparada. Se necesitaron seis yuntas de bueyes arrastrando un inmenso arado para abrir el suelo no trabajado. Mientras observaba, la Sra. White se maravillaba, y escribió que los bueyes estaban “bajo disciplina, y se moverán al sonido de una palabra y el estallido del látigo, que hace un estampido agudo, pero que no los toca” (Carta 42, 1895). En un punto inicial de la plantación de los árboles, ella aportó algunas ideas, de lo cual se recordó un poco más que una década más tarde: MV 349.6
Mientras estuvimos en Australia, adoptamos el... plan... de cavar zanjas profundas y llenarlas con abono, lo que crearía un buen suelo. Hicimos esto para el cultivo de tomates, naranjas, limones, duraznos y vides. MV 350.1
El hombre a quien le compramos nuestros durazneros me dijo que le agradaría que yo observase la manera en que los árboles eran plantados. Entonces yo le pedí que me permitiese mostrarle cómo se me había indicado, en revelaciones de la noche, que debían plantarse. MV 350.2
Le ordené a mi empleado que cavase una cavidad profunda en el terreno, que luego pusiese tierra fértil, luego piedras, luego tierra fértil. Después de esto él puso capas de tierra y abono hasta que el hoyo quedó lleno... Él [el dueño del vivero] me dijo: “Usted no necesita ninguna lección mía para que le enseñe cómo plantar los árboles” (Carta 350, 1907). MV 350.3
De ese modo, desde el mismo comienzo Elena de White pudo cumplir uno de sus objetivos, enseñar a la gente de la comunidad qué podía hacerse al emplear procedimientos agrícolas inteligentes. Éste no era meramente un plan firme y ambicioso de ella. “La luz que me ha dado el Señor —le dijo a Edson— es que cualquier tierra que ocupemos ha de recibir la mayor clase de cuidado y servir como una lección objetiva a los colonos sobre qué hará la tierra si la trabajamos debidamente” (Carta 126, 1895). MV 350.4
A fines de agosto le escribió más bien jubilosamente al Dr. Kellogg sobre la influencia de su trabajo en Cooranbong, y de la evaluación de un experto sobre la calidad de la tierra, un punto que le era fácil entender: MV 350.5
Vine a este lugar y comencé a trabajar en mi propiedad tan diligentemente que esto inspiró a todos con un nuevo celo, y han estado trabajando con empeño, regocijándose de que tienen el privilegio [de hacerlo]. Nos hemos estimulado mutuamente al celo y las buenas obras. MV 350.6
Los trabajadores de la escuela temían de que yo plantaría los primeros árboles, y ahora ellos y yo tenemos la satisfacción de tener los primeros huertos genuinos en esta vecindad. Algunos de nuestros árboles darán fruto el año que viene, y los durazneros darán una buena cosecha en dos años. El Sr. Mosely, de quien compramos nuestros árboles, vive a unos 32 kilómetros (20 millas) de aquí. Tiene un huerto extenso y hermoso. Dice que nosotros tenemos una espléndida tierra para árboles frutales. MV 350.7
Bien, la escuela ha tenido un comienzo excelente. Los estudiantes están aprendiendo cómo plantar árboles, frutillas (fresas), etcétera (Carta 47a, 1895). MV 350.8