Pablo lo experimentó, y escuchemos lo que dice, tan solo escúchenlo: «Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Rom. 8: 18). ¿Cuándo? En aquel tiempo. «En no sotros ha de manifestarse”. Hagamos ahora el cálculo. «Tengo por cierto”, dice. Bien, entonces empecemos a calcular. Aceptábamos hace algún tiempo que valía la pena morar en las tinieblas. Ahora reconocemos que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria futura. Pues bien, hablemos entonces de la gloria. Hablemos de lo que Cristo es para ti, de lo que Cristo es para mí. Unicamente hablen de eso. ¿Qué es él para ustedes? Un Salvador vivo; y si él no es un Salvador vivo, entonces no valdrá nada para ustedes. No les será de beneficio alguno. SE1 186.4
¿Acaso es él mi Salvador? ¿Puedo aferrarme a sus méritos en este mismo momento? ¿Puedo confiarle hoy el cuidado de mi alma a Jesucristo? Sí. ¿Cómo? ¿Qué seguridad tengo? Señalo al Cristo del Calvario. ¿Podrán ustedes estar de pie a la sombra de la cruz y hablar allí de las cruces propias, de sus tinieblas y malos sentimientos? ¿Podrán hacerlo? ¿Se atreverán a hacerlo? Nunca se atreverán a hacerlo si se hallan de pie a la sombra de la cruz, porque todo ese sacrificio infinito fue hecho para podamos amar a Dios. Fue realizado para que yo pudiera reflejar la imagen de Dios en Jesucristo. Bien, si todo este sacrificio ha sido hecho por mí, ¿dejaré que todos sepan cuán importante es? ¿Le dejaré saber al mundo que Jesús, nuestro maravilloso Salvador, ha hecho todo este sacrificio infinito para que yo pueda ser interiormente transformada mediante la esperanza de gloria, y para que yo pueda regocijarme en su amor? SE1 187.1
Entonces, ¿por qué hablar de tinieblas? ¿Por qué hablar de rebeldía? ¿Por qué no elevarnos a una atmósfera más santa y más pura? ¿Por qué hablar todo el tiempo de que ustedes no se sienten como desearían? Aférrense a Jesucristo. Cuando ustedes intenten aferrarse a la mano del Señor, él tomará la mano de ustedes, la colocará en la suya y los levantará. Entonces ustedes serán ennoblecidos. No permitan que sus cuerpos, como un cuerpo de muerte, permanezca en tinieblas, de tal forma que nada pueda rescatarlo. Acudan a la luz, y permitan que revele su gloria: rayos gloriosos que salen de Jesucristo brillarán a través de ustedes. Hablen de esperanza; hablen de ánimo. Dejen de encontrar faltas y hablemos del cielo y de las cosas celestiales. SE1 187.2
Cuanto más lo hagan, más serán moldeados a su misma imagen [la de Cristo]. Si hablan de dudas, encontrarán bastantes dudas. Hablen de tinieblas, y encontrarán abundantes tinieblas y, además, obtendrán una terrible cosecha. No pueden darse ese lujo. El tiempo es demasiado valioso. Cada momento es oro. Cada palabra ha de ser un tesoro de vida; por tanto, lo que salga de nuestros labios debe ser para ayudar a alguien, y si no podemos hacer esto, entonces no hablemos. En caso como estos el silencio es oro. No se impacienten, y si hablan, que la ley de la bondad esté en sus labios. «Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mat. 12: 37), porque ellas mostrarán si Satanás está en el corazón de ustedes, o si Jesucristo está allí. SE1 187.3
«Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo” (Apoc. 3: 20). Respondamos al llamamiento. Abramos la puerta. Esa es nuestra parte del trato, y entonces la gloria de Dios se asentará en nuestras almas. ¿Y qué sucederá? Seremos uno en Cristo Jesús. «Yo les he dado tu palabra, y el mundo los odió porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. ¿Estaremos ocupados en odiarnos mutuamente? Él dice que el mundo «los odió”. ¿Estaremos trabajando para molestarnos, hacernos infelices y odiarnos unos a otros? ¿Es esa nuestra tarea? ¡No lo quiera Dios! «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal». SE1 188.1
Ahora bien, deseamos ser guardados del mal. «No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad [...] Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo». La obra de ustedes consiste en actuar correctamente en el mundo como lo fue la labor redentora de Cristo. Él los envió al mundo. Ustedes deben ser la luz del mundo. Han de mostrar la diferencia entre el espíritu del cristianismo y el espíritu del mundo. Han de mostrar la influencia controladora del poder de Dios sobre el corazón humano. Que Dios nos ayude para que podamos ser santificados a través de la verdad y que esa santificación tenga su influencia a fin de leudar a aquellos que están a nuestro alrededor. No con la levadura de la malicia; no con levadura de los celos; no con la levadura de sospechas malvadas, sino con la levadura del Espíritu de Jesucristo, el enviado del cielo, el Espíritu Santo. Ojalá que ese Espíritu transforme nuestro corazón y carácter. SE1 188.2
Dios desea derramar su poder transformador en este momento. Hay algunos que asisten a todas nuestras reuniones. Han sido amonestados. Pero se han ido a casa y han actuado exactamente igual, o quizá peor que antes. ¿Por qué? Porque no recibieron un nuevo corazón. ¿Qué es el nuevo corazón? Es una mente renovada. ¿Qué es la mente? Es la voluntad. ¿Dónde está la voluntad de ustedes? O está del lado de Satanás, o del lado de Cristo. Ahora depende de ustedes. ¿Someterán hoy su voluntad a Cristo? En ello consiste un nuevo corazón. Es la nueva voluntad, una nueva forma de pensar. «Te daré un corazón nuevo». Entonces comencemos el cambio ahora mismo. SE1 188.3
El proceso de conversión es sencillo, muy sencillo. Entremos al reino de los cielos. ¿Cómo? Como niños. Tan sencillo como eso. Ustedes pueden conocer todos los misterios del nuevo nacimiento, y quizá no puedan hacer que nadie los entienda, ni siquiera ustedes mismos podrán entenderlos. Pero la mejor forma de hacerlo es entregar la voluntad a Jesucristo. Y la mente hará que se exprese la voluntad divina, tal como sucedió con Mateo. SE1 189.1
El Señor Jesús llegó donde se hallaba Mateo. Su oficio era muy impopular. Los judíos despreciaban a los publicanos. Cristo le dijo: «Mateo, sígueme». ¿Le respondió él: «Señor, cuando sea lo suficientemente bueno te seguiré»? ¿Le dijo: «Señor, cuando sienta un terrible remordimiento por mis pecados, entonces vendré?». SE1 189.2
Bueno, eso es lo que muchos de ustedes argumentan. Pero, no. Mateo se levantó y siguió al Maestro. Estaba caminando en la luz, porque no podría seguir a Jesús a menos que estuviera caminando en la luz. Entonces, ¿qué debemos hacer? ¡Creeremos como lo hace un niño! Hemos de asumir nuestra posición al lado del Señor y actuar como hijos de Cristo, porque él desea que lo seamos, y porque él murió para que pudiéramos serlo. ¿Lo seremos? SE1 189.3
Amo a Jesús. Había cosas que me molestaban mientras me dirigía hacia acá. Temía que la sombra me cubriera durante todo el camino; y no podía dejar de pensar en esto mientras despertaba repitiendo: «Amo al Señor; amo al Señor; sé que lo amo. Oh, amo a Jesús quien dio su vida por mí. Amo las almas de todos aquellos por quienes Cristo ha muerto”. Y así siento el dulce consuelo de paz y esperanza, de luz y amor en mi corazón. Eduquemos nuestras mentes; eduquemos nuestros pensamientos. SE1 189.4
No voy a retenerlos, pero desearía que el poder transformador de Dios se manifestara en nuestro medio. Hay una gran obra que debe ser hecha a favor de muchas almas, pero no se nota. Nadie reconoce su importancia como para salir a trabajar. ¿Pues, cómo pueden decir: «Voy a trabajar para ayudarme a mí mismo»? ¿Cómo pueden hacer eso? Dios obra, y todo lo que tienen que hacer es cooperar con él, y dejarlo obrar. Trabajen en armonía con Dios. Sin embargo, el Señor nunca lo hará a menos que el agente humano desee que él obre y trabaje por medio de él. Entonces al combinar lo humano y lo divino, podremos tener un éxito glorioso. Obtendremos la victoria. ¿Le permitirán a Cristo que obre en sus mentes? ¿Pasará esta gloriosa oportunidad, se irá este año, 1891, sin hacer una transformación en nuestras ideas y sentimientos? Salgan a trabajar, hermanos; vayan a trabajar hermanas. Les suplico que vayan a trabajar. SE1 189.5
Cristo viene, y se manifestará en sus vidas si tan solo le permiten que su imagen sea manifestada en ustedes. Caigan sobre la Roca y sean quebrantados. ¿Qué le hicieron a Moisés? Los seres celestiales tomaron a aquel ser humano y lo colocaron en la hendidura de la peña. Ahora bien, ustedes necesitan colocarse en la hendidura de la peña. Necesitan quebrar su orgullo, su locura, su iniquidad, su deshonestidad, su corrupción, su libertinaje, su impureza. Necesitan caer sobre la Roca, para que la imagen de lo divino se destaque en ustedes, para que el amor de Cristo pueda permanecer en ustedes y Jesús pueda morar en sus corazones. SE1 190.1
Que Dios les ayude a empezar a trabajar ahora mismo; y no esperar que los pastores les hagan sentir una gran emoción. Dios busca cristianos inteligentes. Desea que consideren el costo de la lucha. Desea que consideren si pueden pelear contra Satanás y sus huestes espirituales de maldad. Desea que conozcan el plan de batalla de la confederación del mal, y que sepan que los ángeles son parte del ejército y que el Capitán de nuestra salvación está al mando. Son ellos los que llevarán a cabo la guerra. Son ellos los que realizan la obra, y nosotros cooperamos y colaboramos con ellos. SE1 190.2
Esa es nuestra obra. ¿Comenzaremos la guerra contra la lujuria? ¿Contra la maldad? ¿La comenzarán contra la impureza? ¿Se están preparando para el hogar celestial? Que Dios los ayude ahora mismo para que se conviertan. Necesitan salir de esta reunión iluminados con la gloria de Dios, diciendo: «Escuchen lo que el Señor ha hecho por mí. El ha colocado en mi boca un cántico nuevo de alabanza a nuestro Dios». Comiencen a alabar a Dios en este momento. Alábenle con el corazón, el alma y la voz. El diablo no quiere que lo hagan, porque serían testigos vivientes de que han bebido de las aguas vivas, y no desea que alaben a Dios. Aún así, ¿decepcionaremos al diablo? ¿Agradaremos a Jesucristo? SE1 190.3
Bien, actuemos como cristianos inteligentes para que podamos escuchar el hermoso testimonio de labios de ustedes: «Amo a Jesús, y sé que él me ama». Entonces el mundo verá que hemos estado con Jesús y que hemos aprendido de él. Esta es la lección que deseamos que aprendan en la escuela de Cristo. SE1 190.4
[Al concluir el sermón la señora White hizo un llamado y muchos respondieron. Vea el informe en Signs of the Times del 12 de octubre de 1891]. SE1 190.5