Satanás está decidido a ser un amo. Cuando estuvo en el cielo dijo: «¿Acaso necesitan los ángeles de ley alguna?». «¿Por qué caíste del cielo, oh Lucifer?». Por que él quiso ser igual a Cristo, y cuando cayó arrastró a muchos de los ángeles con él. Se pusieron de su lado. El enemigo está obrando tan marcada y decididamente ahora como lo hizo en las mentes de Adán y Eva en el Edén. La gente se está agrupando bajo su estandarte, y está siendo alcanzada por su poder. Pero todos los que reconocen que la ley de Dios es inmutable en su carácter, se pondrán del lado de Cristo. Si Dios pudiera haber cambiado un precepto de su ley para adecuarla a la humanidad caída, entonces Jesucristo no habría tenido necesidad de venir al mundo a morir. SE1 205.4
¿Murió Cristo para que toda la humanidad estuviera libre para adorar a los ídolos y no a Dios, cuando el mandamiento dice: «Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás»? «E hizo Jehová los cielos y la tierra. Y reposó en el séptimo día y lo santificó” y nos lo dio para observar como monumento conmemorativo de Dios, un monumento que nos recuerda que él es el Dios vivo que creó los cielos y la tierra donde vivimos (ver Èxodo 20). Creó los elevados árboles, y puso su toque en cada flor. Dio a cada una su matiz. El Señor del cielo hizo al hombre y le dio el sábado. ¿Para quiénes? Para toda la descendencia de Adán. Fue un don para la posteridad. SE1 206.1
Si el hombre hubiera obedecido siempre el cuarto mandamiento no existirían incrédulos en el mundo porque este mandamiento testifica que el Señor hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. Por tanto, el Señor bendijo el sábado y lo santificó (ver Éxo. 20: 8-11). SE1 206.2
Debido a que los hijos de Israel descendieron a Egipto, se olvidaron de Dios. Moisés vino para sacarlos con brazo fuerte. El Señor le ordenó a Moisés que le dijera al faraón: «He sido enviado a ti. Deja ir a mi hijo, para que me sirva”. (Éxo. 4: 23). Luego le dijo: «Repréndelos porque no han guardado mi sábado”. Y los trajo al Sinaí, y la ley de Dios fue proclamada desde el Monte. Allí Dios, a través de su Hijo Jesucristo, estableció todo el sistema judío. Los sacrificios tipificaban al maravilloso antitipo. Jesucristo habría de venir y dar su vida para librar al ser humano de las demandas de Satanás, para abrir las prisiones y sacar a la luz a quienes anhelaban una inmortalidad gloriosa. Cuando el tipo encontró al antitipo en la muerte de Cristo, ¿qué fue hecho? ¿Qué necesidad había de más ofrendas de sacrificios? El tipo encontró al antitipo. Ya no había necesidad de ofrendas expiatorias, porque la gran ofrenda antitípica había sido hecha para salvar a todo transgresor de la ley que decidiera creer en Jesucristo como su Sal-vador y volvieran a ser leales. Entonces todo pecado y transgresión sería perdonado. SE1 206.3