Cristo ha comprado nuestros corazones. Cristo ha adquirido la mente humana. Cristo ha comprado nuestras facultades mentales, y Cristo nos ha dado capacidades y talentos. No quiere que dejemos que esos dones y capacidades sean empleados en los asuntos comunes de la vida y que perdamos de vista lo eterno (ver 1 Cor. 6: 19, 20). Vino a nuestro mundo cuando Satanás parecía tener bajo su control a la raza humana. SE1 222.4
El Señor Jesús creó nuestro mundo. Todo fue hecho por Cristo. Dios creó nuestro mundo por medio de Jesús, y garantizó antes de su fundación, que si el hombre violaba su ley en el Edén, Cristo llevaría el castigo de nuestra transgresión, y él lo hizo. ¿Por tanto, no tendrá él derecho a instruir a sus súbditos respecto a lo que deben hacer para que no pierdan la recompensa eterna? SE1 222.5
Les pregunto, ¿quién, de esta congregación, entregará su mente, su cuerpo y su carne para obtener simples ventajas temporales? Cristo dio su vida para que no perezcamos. «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”. SE1 223.1
Nuestro precioso Salvador formó el mundo, y cuando vino a la tierra encontró al gran usurpador aquí. Vino al mundo para disputarle al diablo la posesión de este planeta. Por tanto, la batalla, el conflicto, se libró aquí mismo, en este mundo. Por eso nos dice que es para nuestro beneficio eterno que hagamos tesoros en los cielos. Se preguntarán ustedes, ¿cómo podremos lograrlo? En Cristo lo haremos. Cuando aquel padre de familia se marchó de su casa, entregó talentos a cada siervo: a unos cinco, a otros dos y a otro uno. Y les dio instrucciones para que emplearan dichos talentos en su servicio. A algunos les dio riquezas, a otros la capacidad, el intelecto: todos son dones de Dios. No podríamos tener ninguno de ellos, a menos que los recibamos por medio Jesucristo. SE1 223.2
Èl nos dice que usemos dichos talentos para su gloria. Mejórenlos. ¿Cómo hemos de mejorarlos? Debido a que hemos recibido su valiosa Palabra, mejoraremos en la medida en que Dios nos va dando luz. La Biblia está repleta de tesoros ocultos. El Señor desea que la exploremos, que caven el terreno y encontraremos los tesoros allí escondidos. Entonces lo venderemos todo para comprar el terreno que contiene el tesoro. Ahí están las joyas de verdad que han de ser buscadas como si fueran tesoros escondidos. SE1 223.3
Conforme los van encontrando, ¿qué harán? Encontrarán que allí hay verdad, una preciosa verdad, joyas de verdad, riquezas de verdad y debemos aceptarlas. ¿Qué haremos? Nos unen dorados lazos al Dios eterno, porque Jesucristo vino para reconciliar al hombre finito con el Dios infinito, y a la tierra que había sido separada del cielo por el pecado y la transgresión. ¡Qué riquezas, qué tesoros, qué amor son revelados! Es imposible, sí, es imposible entender el amor de Dios que ha sido vertido sobre la humanidad caída. Bien, él nos dice: «Hagan tesoros en el cielo». ¿Lo harán ustedes? «Ustedes son la luz del mundo”, dice Jesús, la seremos al enriquecernos en tesoros celestiales, en el conocimiento del Dios verdadero. Hemos de escudriñarlo, escudriñar ese Libro, la Palabra de Dios, y luego tendremos que impartir a otros el conocimiento que hemos obtenido. Compartamos el don celestial. SE1 223.4