Somos puestos a prueba a fin de saber si nos preparamos para entrar en los atrios celestiales, para ver si Dios puede honrarnos al hacernos parte de la familia celestial en el reino de gloria. Para esto vivimos en el mundo. Si somos tan egoístas que no nos interesamos los unos por los otros en enseñarnos a obedecer y bendecirnos mutuamente con todo lo bueno que Dios nos ha otorgado en esta vida, ¿cómo manifestaremos el altruismo en el reino de gloria? ¿Cómo lo haremos? Estaremos deseosos de arrebatar la corona de la cabeza de alguien, porque es más brillante que la nuestra. El otro santo se sentiría celoso, y pasaríamos un rato tan malo como cuando Satanás inició su rebelión contra Dios en el cielo. SE1 230.2
Por tanto, Dios le ha otorgado al hombre un período de prueba, y nosotros podremos desarrollar nuestros caracteres de la misma forma en que un artista trabaja sobre una plancha bruñida. Así como el pintor plasma los rasgos de alguien al pintarle un retrato, el Dios del cielo está modelando el carácter de cada alma humana. Ese carácter ascenderá al cielo, y será asentado allí en el libro donde se registran los rasgos de carácter que manifestamos. Si mostramos los atributos de Satanás, ese será un carácter que no tendrá un lugar en los atrios celestiales. SE1 230.3
Pues entonces, ¿cómo hemos de emplear nuestro tiempo aquí como peregrinos y extranjeros? Ustedes tienen un hogar. Agradézcanle a Dios por ello. Hay muchos que no tienen ninguno. Hagan de ese hogar algo tan placentero y agradable como puedan, sin llegar a lo extravagante. Utilizando pocas cosas podrán hacerlo todo muy agradable y de muy buen gusto. Al ejercer el buen gusto ustedes pueden disfrutar de un hogar hermoso. ¿Se sentarán entonces a disfrutarlo? Hay jóvenes que no tienen un hogar. Hay huérfanos sin padre ni madre, sin un hogar. Aquí tenemos de nuevo el caso de las carreras de caballos, de los días de fiesta, y de los adictos al tabaco. El mundo está lleno de excitación e influencias corruptoras que hacen que la gente actúe como los habitantes de la tierra antes del diluvio. A ellos Dios los destruyó mediante el agua, y a los de Sodoma con el fuego que descendió del cielo y los consumió. SE1 231.1
Ahora bien, hay una tarea para todos. Dios pide los talentos que nos ha prestado, y desea que ustedes hagan algo diferente, en lugar de dedicar dinero y tiempo para adquirir vestidos, adornos y casas costosas para mostrarlos a sus visitas. Los visitantes entran y ustedes les enseñan cuantos detalles hay para llamar su atención. Ustedes son profesos cristianos, pero nunca hablan de Jesús, y Dios les pregunta: «¿Qué vieron en tu casa?». SE1 231.2