Padres y madres: Dios ha colocado a los miembros jóvenes de su familia bajo su cuidado. ¿Los están ustedes preparando para vivir aquella vida que se equipara con la de Dios? ¿Les están enseñando por su ejemplo a esconder sus vidas con Cristo en Dios, a creer en él y amarlo? Dios dijo de Abraham: «Yo sé que mandará a sus hijos, y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová haciendo justicia y juicio» (Gén. 18: 19). Ahora como entonces, esto es lo que Dios requiere de los padres. Desea que eduquen a sus hijos de tal manera que cuando salgan al mundo, resistan las tentaciones que les acosarán por todas partes. SE1 282.3
Padres, Dios quiere que hagan de sus familias un ejemplo de la familia del cielo. Cuiden a sus hijos. Sean amables y tiernos con ellos. El padre, la madre y los hijos deben estar unidos con los eslabones dorados del amor. Una familia bien ordenada y bien disciplinada es un poder mayor para demostrar la eficacia del cristianismo que todos los sermones del mundo. Cuando los padres y madres se den cuenta que sus hijos los imitan, cuidarán cada palabra y gesto. SE1 283.1
Eduquen a sus hijos desde temprana edad para que sean alegres y obedientes. Enséñenlos a que sean ayudadores. Díganles que son una parte de la empresa, que necesitan su ayuda al estar disponibles para cuidar de ellos. «Oh», dicen algunas madres, «mis hijos me molestan cuando tratan de ayudarme”. También los míos, pero ¿piensan que se los dejo saber? Alaben a sus hijos. Enséñenles las Escrituras, línea tras línea, precepto tras precepto. Esto es mejor que leer novelas, que hacer visitas; mejor que seguir las modas del mundo. Pasamos por esta vida solo una vez. No podemos darnos el lujo de fracasar y no alcanzar la meta por la cual Cristo nos ha dicho que luchemos. SE1 283.2
¿Enseñan ustedes a sus hijos a orar? Vale la pena ser una familia de oración. El mundo está entregado a las carreras de caballos y a los juegos. ¿Están enseñando a sus hijos a correr con paciencia la carrera por la corona de la vida? Aquellos que compiten en los deportes de este mundo se abstienen de todo, sabiendo que para obtener el éxito deben mantener sus cuerpos en la mejor condición posible, ¡cuán importante será entonces que aquellos que corren en la carrera de la inmortalidad, sean temperantes en todo para que puedan servir a Dios en forma aceptable! SE1 283.3