Hay jóvenes en esta gran ciudad, en nuestro medio; pero ¿aprecian ellos la capacidad que Dios les ha concedido para que puedan servirle en pago por todo lo que él ha hecho por ellos? El futuro de la sociedad está cifrado en los jóvenes. Algunos se proponen metas elevadas, como José. Han decidido mantenerse sin mancha en medio del mundo. El Señor del cielo está contemplando a los hijos de los hombres con intenso interés. ¿Qué estamos haciendo? ¿Estamos transitando en las sendas del Señor, como lo hizo Abraham? ¿Estamos enseñando a nuestros hijos a amar y a obedecer a Dios? Deseamos poder educar a los jóvenes que se hallan en el ámbito nuestra influencia dándoles un buen ejemplo. Deberíamos actuar de forma que los consejos y las advertencias que les demos parezcan que provienen de Dios, para que lo que él les ha dicho a través de sus mensajeros redunde en la salvación de las almas. SE1 36.2
Pero supongamos que esos jóvenes frecuentan cantinas y beben cerveza, vino y licor. Nadab y Abiú estaban en el servicio sagrado y consumieron vino y licor. La influencia de la bebida afectó su percepción de tal manera que no pudieron discernir las cosas sagradas. Los intemperantes reducen su capacidad de raciocinio, de forma que no pueden distinguir entre la verdad y el error. La gran obra de Satanás para este tiempo consiste en tentar el apetito, a fin de que el error sea equiparado con la verdad. Las facultades de nuestro intelecto deben ser utilizadas para combatir los engaños satánicos. Debemos mantener pura nuestra capacidad espiritual y moral a fin de que podamos discernir la verdad. Dios demanda todas las capacidades y talentos que nos ha confiado, ¿se los daremos? SE1 36.3