No podemos esperar hasta el juicio para que decidamos negar el yo y levantar la cruz. No podremos entonces edificar caracteres para el cielo. Es aquí, en esta vida, donde tenemos que tomar partido con el humilde y abnegado Redentor. Es aquí donde tenemos que vencer la envidia, las contiendas, el egoísmo, el amor al dinero y el amor al mundo. Es aquí donde debemos entrar en la escuela de Cristo y aprender del Maestro las valiosas lecciones de bondad y humildad. Es aquí donde deben manifestarse nuestras intenciones y fervorosos esfuerzos por ser leales y fieles al Dios del cielo, obedeciendo todos sus mandamientos. De esa manera estaremos preparados para habitar en las mansiones que Cristo ha ido a preparar para todos los que aman a Dios. Jesús dice: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros [...] para que donde yo esté, vosotros también estéis» (Juan 14: 1-3). Las moradas eternas están siendo preparadas ahora mismo en el cielo. ¿Nos estamos preparando para aquellas mansiones al edificar caracteres puros, nobles y santos? SE1 38.3
Todo el cielo está interesado en nuestra salvación. Hay ángeles de Dios presentes en esta misma congregación. Si sus ojos pudieran ser abiertos ustedes verían no solo a los ángeles buenos que están tratando de impresionar los corazones, sino que también contemplaríamos a los ángeles malignos cuyo propósito es anular el mensaje de verdad que Dios, en su misericordia, les ha enviado. SE1 39.1
Mientras permanezcamos en este mundo no estaremos a salvo a menos que nuestras peticiones asciendan continuamente al Dios del cielo, para que nos guarde sin mancha de pecado. Nuestro Salvador nos ha dicho lo que sucederá en estos últimos días. La iniquidad abundaría, pero quienes sean guiados por el Espíritu de Dios recibirán fortaleza para resistir la corrupción de esta época degenerada. SE1 39.2