Pablo tuvo una visión del cielo, y al contemplar las glorias celestiales, lo mejor que pudo hacer fue no tratar de describirlas. Nos dice que ningún ojo había visto, ni ningún oído había escuchado, ni ninguna mente humana ha concebido las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. De modo que ustedes pueden llegar al límite de su imaginación, pueden usar al máximo sus facultades a fin de abarcar y analizar el eterno peso de gloria; sin embargo, sus sentidos limitados, desfallecientes y cansados por el esfuerzo, no podrán captarlo porque hay un infinito más allá. Se necesitará toda la eternidad para desenrollar las glorias y revelar los preciosos tesoros de la Palabra de Dios SE1 73.4
No permitan que nadie acuda donde ustedes y comience a despedazar la Palabra de Dios diciendo qué es revelación, qué es inspiración y qué no lo es, sin que lo reprendan. Díganles sencillamente que ellos no saben, que no son capaces de comprender el misterio de Dios. Lo que deseamos es inspirar fe. No deseamos que nadie diga: «Esto lo rechazaré, y esto lo recibiré”. Debemos tener una fe incondicional en la totalidad de la Biblia tal como es. SE1 73.5
Los exhortamos a que tomen sus Biblias, pero no pongan una mano sacrilega sobre ella y digan: «Esto no es inspirado», sencillamente porque otro lo ha dicho. Ni una jota ni una tilde jamás deben ser sacadas de la Palabra. ¡No lo hagan, hermanos! No toquen el arca. No pongan sus manos sobre ella, dejen que la mueva Dios. Èl puede hacerlo, y lo hará de tal manera que obrará nuestra salvación. Queremos que Dios tenga libertad para actuar. No queremos que lo traben las ideas del hombre. SE1 74.1
Conozco algo de la gloria de la vida futura. En cierta ocasión una hermana me escribió para preguntarme si podía contarle algo acerca de la ciudad de nuestro Dios, además de lo que tenemos en la Palabra. Me preguntó si yo podía describirle cómo era la ciudad. Le escribí que yo podía decirle lo siguiente: «Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es». «No, —le dije—, usted no puede pintar, no puede describir, ni siquiera la len-gua de un mártir puede presentar detalle alguno de la gloria de la vida futura; pero le voy a decir lo que usted sí puede hacer: Puede proseguir “a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, puede morir al yo, puede procurar crecer hacia la perfección del carácter cristiano en Cristo Jesús”. Esa es nuestra tarea; pero cuando los hombres comienzan a inmiscuirse y a meter la cuchara en la Palabra de Dios, les pido que no lo hagan, pues no saben lo que están haciendo. SE1 74.2
Pero he aquí el grupo. Juan lo ve y se maravilla por la magnificencia de la escena. El relato retrocede al capítulo anterior. No lo leeré, pero describe el momento cuando el Cielo envía un mensaje a los hijos de los hombres y ellos comienzan a aceptarlo, y siguen al Cordero paso a paso hasta que entran al santuario, son redimidos y están de pie con el Cordero sobre el monte Sion. Entonces se explica por qué su cántico era tan diferente de todos los demás. Era un cántico nuevo. Y continúa declarando que «en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios». SE1 74.3
Ahora, hermanos, solo vemos lo que está frente a nosotros. Si tenemos lenguas ingobernables, y ellas hablarán, necesitamos corregirlas. ¿Cómo lo haremos? Sigamos al Cordero. Sigamos las pisadas de Cristo. Necesitamos santificar nuestra conversación. No deseamos impurezas en nuestros labios; no deseamos contaminación en nuestros corazones; no deseamos nada que nos contamine. Anhelamos manos limpias y corazones puros, y requerimos mante-ner nuestras mentes constantemente despiertas. SE1 74.4
Estamos totalmente satisfechos. Muchos de nuestros pastores son tan débiles como niños de cuna. Entienden la teoría de la verdad, pueden presentarla muy bien, pero cuando se trata de ocuparse en su propia salvación con temor y temblor, si encuentran un pequeño obstáculo comienzan de hablar de dudas y desánimo, en un tono desconsolador. Descubriremos que ellos tropezarán con obstáculos tan pequeños que ni siquiera deberían tomarlos en cuenta. Eso es terrible. SE1 75.1