H. S. Gurney, de Memphis, Michigan, me dijo en marzo de 1884, que él, esa mañana en que se terminó de imprimir el libro del pastor Bates, recibió $100 de una deuda de un hombre que había dicho que nunca le pagaría. Habiendo recibido ese dinero, estimó un placer gastar una porción del mismo para pagar la última factura del folleto sobre el sábado del pastor Bates. “Pero”, dijo el Sr. Gurney,” el hermano Bates nunca supo hasta el día de su muerte quién pagó el saldo de la cuenta del libro”. Esta experiencia del pastor Bates al imprimir la verdad del sábado pareció decirle a nuestro pueblo desde el mismo comienzo de la publicación del tema del sábado: “Sigan adelante en esta línea de trabajo, y esperen que la providencia de Dios abra el camino a medida que avanzan”. GMA 208.2