Más tarde, cuando el Señor quería librar a Israel de los madianitas y los amalecitas que vinieron sobre la tierra “en grande multitud como langostas”, y destruían la producción de la tierra, “y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos”, el Señor envió un ángel a Gedeón. Este hijo de Joás había sido debilitado al extremo de trillar un poco de trigo y esconderlo de sus enemigos. Cuando el ángel le notificó que él debía librar a Israel, Gedeón con asombro preguntó: “¿Con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre”.41Jueces 6:4, 5, 15. Este mismo hombre humilde y pobre, salió con sus trescientos hombres, con sus lámparas sencillas y vasijas (una acción que habría parecido una locura según el criterio humano finito), y haciendo de Dios su fortaleza, ganaron una poderosa victoria. Previa a la liberación, Gedeón podría haber expresado un lamento como el del profeta Amós cuando preguntó: “¿Quién levantará a Jacob? porque es pequeño”.42Amós 7:2. GMA 20.4